En mi casa era normal verlos por todas partes: en las estanterías, en las mesitas de noche, desperdigados por el sofá, en el comedor, la cocina y las habitaciones. Antes de aprender a leer ya jugueteaba con ellos e imaginaba que era capaz de descifrar esos símbolos extraños que contenían. En cuanto empecé a escribir, me dio por garabatear palabras en sus márgenes (“casa”, “gato”), como si fueran diccionarios que tenía que rellenar.
Podía pasarme horas y horas leyendo y escribiendo, creando mis propias historias y sumergiéndome en las que otros habían escrito. Y, cuanto más leía, más me daba cuenta de que la mayoría de personas a mi alrededor no compartían mi pasión por los libros. ¿Cómo era posible que tanta gente no supiera que gracias a los libros puedes viajar, conocer, emocionarte y descubrir tantas realidades apasionantes? No podía comprenderlo.
Pasé por el colegio y por el instituto, en los que, por cierto, me aburrí bastante. A la hora de elegir carrera universitaria me decanté por la opción que parecía más adecuada para alguien que amaba leer y escribir: me matriculé en periodismo. Al mismo tiempo me formé en música, oratoria y teatro, sin saber que estaba empezando a reunir los ingredientes que unos años más tarde darían lugar a Léeme.
Y, al mismo tiempo, empecé a estudiar la carrera de arte dramático. Leer y escribir seguían siendo mis dos pasiones, mi medio de expresión, mi refugio en los momentos complicados. Y, claro, seguía preguntándome por qué no era así para tantas personas. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo acercar los libros a quienes aún no habían descubierto el placer de leer?
Entonces recordé una asignatura que tuve en cuarto de periodismo: divulgación científica. Yo, que siempre había afirmado que la ciencia no era lo mío, aprendí con ella que cualquier realidad, por muy densa o aburrida que parezca, se puede acercar a cualquier persona si se comunica como algo cercano, atractivo y un poco intrigante.
Y creo que la idea de Léeme ya estaba revoloteando por el universo, y, por algún motivo, aterrizó en mi cabeza. Seguro que alguna vez te ha sucedido: “tienes” (aparentemente) una idea, te obsesionas con ella y, por muy complicado que parezca ejecutarla, no puedes evitar seguir hacia adelante. De pronto, las dificultades parecen menos intimidantes, en tu camino aparecen las personas adecuadas que se convertirán en aliadas, y lo que antes te parecía que nunca podrías hacer (en mi caso, hablar ante la cámara y montar vídeos) pasa a ser algo con lo que fluyes y disfrutas.
Pero su andadura no ha hecho más que empezar. Léeme me ha dado la oportunidad de codirigir y presentar Una habitació pròpia, un programa de libros para la radio y la televisión pública valencianas, À Punt. Ahora sigo creando contenido para Léeme, organizando clubes de lectura para disfrutar y aprender con los libros e impartiendo charlas y formaciones sobre fomento de la lectura.
Además, estoy detrás de las redes sociales y he coordinado a los colaboradores que han ido pasando por Léeme.
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“Nacho, ¿dónde podemos rodar esta secuencia?”, “Nacho, ¿cómo representarías este libro con ilustraciones?”. El artista plástico Nacho Vergara es el cerebro y el corazón que hay detrás de la dirección artística de Léeme. Este amante de la pintura, del flamenco y del arte en casi todas sus manifestaciones traslada el guion a planos y localizaciones, elabora las ilustraciones que aparecen al inicio de cada capítulo y diseña los caprichos lectores que puedes encontrar en la tienda de Léeme.
El libro favorito de Nacho: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez
¿Te gusta la web por la que estás paseando? Es obra de Carmen M. Rodrigo, una diseñadora web que ha puesto todo su talento al servicio de los libros en la casita digital de Léeme. Carmen es la encargada de diseñar los espacios web de Léeme pensando en que siempre tengas la mejor experiencia de navegación. Además de los libros, a Carmen le encanta ver series, la papelería y su perro Óliver.
El libro favorito de Carmen: El camino del artista de Julia Cameron
Cuando Léeme comenzó su andadura allá en 2015, todo lo que tuviera que ver con la imagen ¿gráfica? era muy hecho en casa… Hasta que Elena apareció en su camino. El logo tan chulo que tenemos ahora, la imagen de la segunda temporada, los materiales, el retoque fotográfico… todo eso es obra de esta diseñadora gráfica apasionada del desarrollo personal y la creatividad. Le encanta dibujar letras (lettering), empaparse de vídeos sobre autoconocimiento y uno de sus planes favoritos es devorar una nueva serie a la altura de Game of Thrones o Breaking Bad.
El libro favorito de Elena: Vivir con abundancia de Sergio Fernández